viernes, 5 de marzo de 2010

La vida es el sentido de haber nacido.

Si alguien dice que no se suicida por su familia, sólo esta diciendo estupideces porque si una persona tiene pensado abandonar este mundo, es porque no le importa lo más mínimo lo que pase después. Ni lo que le pasa ahora, de tanto que le importa.
Pero sobre todo le importará lo que ha vivido, que es por lo que se ve en esa situación.
Nadie es joven para morir, como nadie es joven para tener familia, ojos o boca; porque como diría Mafalda: ''¿Qué importa qué edad tenía cuando murió, si la mejor edad es estar vivo?''.
Nadie tiene derecho a decir quién es joven para qué cosa, como nadie lo tiene para decidir quién debe morir, porque tampoco ha decidido quién tenía que nacer.

No se trata de encontrar razones por las que vivir, porque vivir ya es una razón.
Tampoco se trata de cuestionarse a dónde vamos, o cuál es el sentido de la vida, porque el secreto está en vivir y aceptar lo que nos venga.
El sentido es que algo tan normal y corriente, como es el hecho de vivir, no tiene sentido que se pueda comparar con el que tienen otras cosas, porque no hay nada que se sea digno de merecer compararse con la vida.
¿Cuáles son los ojos de un pantalon?, ¿Cuál es la boca de un libro?

Y de la misma forma que en una ecuación, las patatas con las patatas y las manzanas con las manzanas. No podemos cuestionarnos lo incuestionable.
¿Serías capaz de ponerle una TDT al mar?

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